En el municipio de Hurlingham, gobernado por el camporista Damián Selci, la inseguridad alcanzó niveles alarmantes, posicionando al distrito entre los más peligrosos del conurbano bonaerense. Los vecinos, exasperados y hartos de ser víctimas recurrentes de robos, tomaron medidas desesperadas. Alejandro, uno de los residentes afectados, grafiteó la pared de su casa con la frase: “acá ya robaron dos veces”. En un lapso de meses, Alejandro sufrió el robo de su bicicleta, su camioneta y hasta el caño de gas natural de su vivienda. “Estamos desamparados”, expresó con frustración.
El Centro de Monitoreo de Hurlingham, destinado a vigilar y prevenir delitos, parece ser una burla para los vecinos. Alejandro relata que, a pesar de que su robo quedó registrado, le negaron el acceso a las imágenes bajo el absurdo pretexto de que podría venderlas. La situación empeora con las calles completamente a oscuras por la falta de mantenimiento de las luminarias. Una vecina, visiblemente afectada, lamentó: “auto que ponemos en la vereda, auto que nos abren y roban”.
La indignación y el temor son palpables en las declaraciones. Uno de los vecinos narró cómo fue víctima de dos robos en el lapso de dos horas: primero, le sustrajeron la batería del auto y luego, la bicicleta, a solo 30 metros del centro de Hurlingham. Otro denunció que ingresaron a su casa mientras no estaba, llevándose su computadora, ropa, mochila e incluso alimentos de la heladera.
La gestión de Damián Selci se enfrenta a un aluvión de críticas por su incapacidad de proteger a los ciudadanos, quienes, desesperados, exigen medidas inmediatas para frenar la ola de crimen.